Esta afección reduce y adelgaza el tejido óseo, haciendo que los huesos se debiliten y sean más propensos a fracturarse.
A medida que transcurren los años, nuestro esqueleto se debilita y puede quedar más propenso a sufrir lesiones y fracturas, debido a la progresiva pérdida de masa ósea.
Se trata de una situación normal que enfrentan todas las personas y que puede mitigarse mediante adecuadas pautas de vida sana, especialmente de alimentación.
Sin embargo, cuando esta pérdida de masa ósea supera el rango normal esperado, podemos estar frente a dos dolencias específicas, conocidas como osteopenia y osteoporosis.
¿Qué son la osteopenia y la osteoporosis?
Los expertos definen la osteopenia como una condición en la que produce una reducción anormal, de masa o densidad mineral ósea.
Esto se traduce, por ejemplo, en que nuestros huesos tienen menos capacidad para aplicar acciones de fuerza, como, por ejemplo, levantar peso.
La osteoporosis, en cambio, es una enfermedad que produce la reducción y adelgazamiento del tejido óseo. Es decir, nuestros huesos se debilitan y son más propensos a fracturarse.
Impacto de la osteoporosis
Los expertos de Clínica Mayo explican que uno de los principales factores negativos de la osteoporosis radica en que es una enfermedad asintomática.
Es decir, no presenta signos ni síntomas claramente visibles para la población en general, hasta que se encuentre en una etapa avanzada.
Sin embargo, su efecto es acumulativo, lo cual provoca un debilitamiento progresivo de los huesos y nuestra calidad de vida.
Esto se refleja en las siguientes señales:
- Pérdida más acelerada de estatura a medida que transcurre el tiempo.
- Postura excesivamente encorvada.
- Espalda muy inclinada.
- Dolor de espalda, causado por fracturas de compresión (aplastamiento de vértebras).
- Fracturas inesperadas o recurrentes, que ocurren, por lo general, en la columna o la cadera.
Tipos de osteoporosis
Según detallan los expertos, existen dos tipos de osteoporosis
Primaria: Causada por el proceso normal de envejecimiento, por la menopausia, o bien, por ambos factores.
Secundaria: Que puede aparecer como efecto secundario de ciertas enfermedades (como cáncer) o tratamientos farmacológicos (quimioterapia y terapia endocrina, por ejemplo).
Esta clase de osteoporosis puede mejorar, cuando se deja de tomar el medicamento que la causa.
Causas y factores de riesgo
Si bien nuestro esqueleto también “envejece”, el cuerpo es capaz de crear nuevo tejido óseo de reemplazo.
Sin embargo, hay un momento de la vida en que este proceso se hace cada vez menos eficiente, lo cual se traduce en huesos cada vez más frágiles.
A su vez, el estilo de vida puede incidir en este descenso de la capacidad corporal para crear nuevo tejido óseo, lo que se traduce en mayor riesgo de tener osteopenia u osteoporosis.
Este riesgo se incrementa aún más, debido a los siguientes factores:
- Falta de ejercicio
- Consumir alimentos de bajo valor nutritivo
- Falta de calcio y vitamina D
- Ingerir sodio en exceso
- Beber alcohol en forma continuada
- Fumar
- Consumir altas dosis de cafeína
Cómo enfrentar la osteoporosis
Si bien el envejecimiento óseo es inevitable, podemos realizar acciones valiosas para retardar su aparecimiento.
Esto nos permitiría, consecuentemente, reducir de manera significativa el riesgo de padecer osteoporosis y sufrir fracturas recurrentes o inesperadas.
Algunas de estas acciones, son las siguientes:
1. Cambiar nuestro estilo de vida
Es imprescindible tener un estilo de vida más activo y dinámico, que nos ayude a dejar de lado el sedentarismo y la falta de actividad física cotidiana.
2. Dejar de fumar
El consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo que inciden en la aparición prematura de osteoporosis.
3. Limitar al máximo el consumo alcohol
Los estudios más recientes demuestran que mientras menos alcohol se bebe, más saludable y resistente es nuestra estructura ósea.
4. Ejercitar con regularidad
Es fundamental tener una rutina periódica de ejercicios, que nos ayuden a fortalecer tanto la musculatura como los huesos.
Para los especialistas y expertos en salud y calidad de vida integral, esta es una de las estrategias más importantes para prevenir los efectos degenerativos de la osteoporosis.
Una estrategia que será aún más efectiva si la persona comienza a practicar un régimen de ejercitación periódica y constante, a la edad más temprana posible.
Si bien los ejercicios siempre deben considerar la condición de salud, capacidad física y resistencia particular de cada persona (que solo puede determinarse mediante un análisis y chequeo médico-clínico previo efectuado por un médico), los expertos coinciden en que las rutinas que deben practicarse para prevenir el impacto de la osteoporosis, pueden ser de los siguientes tipos:
- Fortalecimiento: Por ejemplo, levantar pequeñas pesas o movimientos para reforzar los músculos de la parte inferior de la espalda y el abdomen (vientre).
- De movimiento: Como caminar, trotar o correr, para fortalecer la densidad ósea.
Otros ejercicios que nos ayudan a desarrollar los huesos y mantenerlos fuertes, son los siguientes:
- Baile movido (zumba)
- Rutinas aeróbicas de alto impacto
- Senderismo
- Saltar la cuerda
- Subir escaleras
- Tenis
- Usar máquinas de entrenamiento elípticas
- Caminar
- Utilizar escaladoras
- Andar en bicicleta
- Remar
- Practicar Taichí, Yoga y/o pilates
- Nadar
- Gimnasia aeróbica en el agua
- Golf
- Esquí de fondo
Recuerda que es muy importante que siempre consultes con tu médico, antes de comenzar una nueva rutina de ejercicios.
5. Consumir suficiente calcio
La mayoría de los adultos necesita 1300 miligramos (mg) de calcio por día. La mejor forma de obtenerlo es a través de la comida.
Si no recibes suficiente calcio en tu dieta, es posible que debas tomar un suplemento especializado.
Para ello, también es muy importante que consultes directamente con tu médico, o busques la ayuda especializada de un nutricionista.
6. Aumentar la vitamina D
El cuerpo también necesita vitamina D para absorber calcio. La mayoría de los adultos con riesgo de osteoporosis necesitan al menos 800 unidades internacionales (IU) de vitamina D al día.
Aunque la principal fuente de vitamina D es el sol, también se puede obtener de la comida, o mediante suplementos que deben ser recetados por un especialista.