Las bajas temperaturas del invierno nos impulsan a buscar diferentes alternativas de calefacción, tanto para el entibiar el hogar como para abrigar nuestro cuerpo.
Entre estas opciones se incluyen diversos elementos de uso muy común como estufas a leña, kerosene o gas, calefactores eléctricos, calientacamas y, por supuesto, los tradicionales “guateros”.
Sin embargo, antes de utilizar alguno de estos artículos es muy importante verificar su estado, pues si se encuentran en malas condiciones pueden provocar graves accidentes, especialmente entre los adultos mayores.
Cuidados que también debemos extremar cuando utilizamos estos elementos en espacios cerrados o para brindar más confort a personas con movilidad reducida o que se encuentren en situación de discapacidad.
La prevención es clave
Al respecto, Carolina Saravia enfermera jefa de Clínica CATH, recomienda extremar siempre las precauciones, porque cualquier desperfecto o descuido causará quemaduras que pueden tener consecuencias permanentes, e incluso fatales en los casos más extremos.
“Los guateros, por ejemplo -explica la profesional-, son utensilios que deben renovarse oportuna y constantemente, ya que las gomas con las que se fabrican se dañan mucho con el uso. Además, deben utilizarse con un forro que actúe como aislante (regulador) del calor, y nunca llenarlos de inmediato con agua recién hervida”.
La especialista también recomienda botarles el exceso de aire antes de taparlos, y preferir aquellos modelos que utilizan sistema de tapa rosca.
Otra recomendación importante que entrega Carolina, radica en que las estufas nunca deben rozar o estar muy cerca de la piel, la ropa o la cama de una persona. Una situación que por desgracia suele ser muy común entre los adultos mayores que están acostados o postrados.
De hecho, los expertos enfatizan que lo más seguro es ubicar las estufas a una distancia mínima de 2 a 3 metros de la persona o de su cama, para así prevenir quemaduras por contacto y riesgo de incendio.
Precauciones similares se deben tener con calientacamas y calefactores eléctricos, pues son equipos sujetos a constante desgaste, tanto en sus componentes internos como en enchufes y conectores.
En estos casos, los especialistas recomiendan realizar una inspección completa del artículo, al menos una vez al año, antes de conectarlo y utilizarlo.
Si se detecta alguna falla, el elemento no se debe utilizar en ninguna circunstancia hasta que sea reparado o bien reemplazado por uno nuevo (si no tiene arreglo seguro).
¿Cómo actuar ante una quemadura?
Si a pesar de estas precauciones, la persona sufre alguna quemadura por roce o mal funcionamiento de cualquiera de estos elementos, es muy importante actuar lo más rápido posible para así brindar a tiempo los primeros auxilios.
Carolina Saravia recomienda, por ejemplo, aliviar la zona afectada y reducir su temperatura aplicando agua fría al menos durante 10 minutos. “Asimismo, se debe cubrir la lesión con gasa estéril o un pañuelo recién planchado frío, y evitar la aplicación de ungüentos o cremas, ya que eso dificulta cualquier tratamiento posterior”, agrega.
La especialista de Clínica CATH también enfatiza que nunca se deben romper las ampollas que se formen en las quemaduras, porque “estas serán removidas en el centro asistencial, solo si es necesario”, explica.
Lo que sí debemos retirar de inmediato son cinturones, pulseras, cintas, ropas, anillos y cualquier otro elemento que pueda comprimir la zona de la quemadura, “especialmente antes de que comience el proceso inflamatorio local, porque después será más difícil y doloroso” comenta Saravia.
Si la quemadura es muy extensa, o el tiempo de exposición a la misma ha sido muy prolongado (por ejemplo, cuando se rompe un guatero con agua hirviendo y el líquido se derrama, o cuando un calientacamas sufre un cortocircuito mientras estamos durmiendo), debemos trasladar de inmediato a la persona afectada al servicio de urgencia más cercano.
Esta recomendación es especialmente importante para los adultos mayores, porque su piel es más delicada y sensible a las quemaduras, al igual que la de los niños.
También es importante evaluar la zona donde se produjo la herida, “porque hay partes del cuerpo más susceptibles ante las quemaduras, como manos, pies, caras, mamas y genitales” indica Carolina.
Otro aspecto muy importante es la sensación del paciente. “Si la quemadura es grande y la persona estuvo mucho tiempo expuesta al calor que la provocó, sufrirá una herida que por lo general no duele”, explica la especialista de Clínica CATH, y agrega que “este es un síntoma característico de las quemaduras profundas”.
“Por ejemplo, cuando te cae una gotita de agua hirviendo, o te insolas, por lo general te duele mucho”, asegura Carolina, “mientras que, por el contrario, ante una quemadura más profunda no tenemos la misma sensación. Por ello, ante una situación de este tipo hay que acudir lo antes posible a un centro asistencial de urgencia”, enfatiza.
Cuidados posteriores
Una vez que la persona recibió atención médica y regresa a su casa, es fundamental que permanezca en un entorno de absoluta limpieza.
“Por lo general, cualquier quemadura es más propensa a contaminarse con alguna bacteria, por lo que es esencial que tanto el lugar donde descansa el paciente, así como también su herida, se encuentren siempre limpios” comenta Carolina Saravia.
La especialista también recalca que es muy importante mantener a la persona hidratada y en reposo, así como cuidar que no se toque la herida.
Recomendaciones que son especialmente importantes, si el paciente está postrado o presenta condiciones de movilidad reducida.
También hay que reducir el contacto con elementos que puedan infectar la quemadura, como el polvo que se asienta en los muebles, y mantener alejadas a las mascotas hasta la recuperación total de la persona.