La llegada del verano, sumada al cambio climático, se traduce en mayores probabilidades de sufrir el efecto de las llamadas “olas de calor”.
Esos días, en que las temperaturas suben hasta 35 grados, o más, constituyen un grave riesgo para la salud de los adultos mayores; porque la sobreexposición al sol y el calor pueden provocar deshidratación aguda y descompensación.
Esto es especialmente grave para quienes padecen otras patologías crónicas, como diabetes, hipertensión o el colesterol.
Por ello, es esencial que prestes atención a los siguientes síntomas:
- Dolor de cabeza.
- Aumento de la temperatura corporal (similar a la fiebre).
- Mareos.
- Resequedad en los labios y aparición de pliegues en la piel.
Ante esta situación, debes poner a la persona en la sombra, o bien, producir sombra lo más rápido posible.
Luego, desabrígalo de a poco y enfría con paños mojados los puntos sensibles del cuerpo, tales como frente, nuca o muñecas.
Asimismo, para mantener tu hidratación y la de quienes están a tu cuidado durante una ola de calor, es importante que sigas las siguientes recomendaciones:
- Lleva siempre una botella de agua o refresco que proporcione las sales y azúcares que perdemos con la sudoración.
- No te expongas en exceso al sol y protégete en lugares con sombra y ventilados.
- Evita salir a la calle durante las horas de mayor radiación solar, normalmente entre las 11:00 y 17:00 de la tarde.
- Utiliza ropa de colores claros, tejidos finos y vaporosos. Evita colores oscuros que capten todo el calor.
- Protege tu cabeza con un sombrero o gorra de visera amplia.
- Mantén fresco tu hogar, cerrando cortinas y persianas durante las horas de más sol y calor.